Según un informe realizado por World Economic Forum se proyecta que para el año 2050, la población mundial de personas mayores de 60 años se duplique, pasando de 1.000 millones, en 2020, a 2.100 millones gracias a los avances en el área de salud.
Estos avances en la longevidad son un logro notable, pero crea riesgos profundos y multifacéticos para las economías, los países, los empleadores y los individuos.
Dado que la población de 65 años o más, está creciendo y al mismo tiempo la tasa de natalidad mundial va disminuyendo año tras año, las empresas comenzarán a tener una fuerza laboral cada vez más envejecida, dado que habrá ingresos sensiblemente más reducidos de nuevas generaciones que se incorporen al mercado laboral. Esta situación puede afectar la productividad por lo que no puede ser ignorada por las empresas, Las mismas deberán asumir importantes retos, como posible desajuste de competencias entre los trabajadores; una plantilla cada vez más envejecida, es decir con trabajadores más cerca de la jubilación que sufren disminución de sus capacidades física; necesidad de actualización y desarrollo de mano de obra, etc.
Así como antes solo había que esperar la jubilación porque el sistema y las economías sostenían las necesidades de salud y financieras de los jubilados, hoy se torna necesario repensar esta creencia, considerar nuevas opciones en función del cambio considerable que observamos.
Hasta no hace muchos años la jubilación representaba en general: el momento de dejar de trabajar para descansar o hacer otras actividades que fueron relegadas durante el período activo laboral. Sin embargo, hoy las personas mayores de 65 años le quedan muchos años para vivir, siguen motivados y con ganas de seguir haciendo. En muchos casos pensar en el retiro es una complicación emocional y financiera y aquellos que quieren seguir trabajando se encuentran con barreras que ellos y las empresas deben superar. El aumento de la esperanza de vida nos invita a reevaluar nuestras creencias, deseos, y proyectos de la etapa evolutiva que comienza con “la jubilación”.
Se torna entonces importante tomar acciones y realizar una planificación varios años antes para promover un envejecimiento saludable, que tenga en cuenta el bienestar físico, emocional, social y financiero. En este proceso las empresas pueden acompañar fomentando la atención médica preventiva, haciendo hincapié en la nutrición saludable, acercando al colaborador educación financiera, un asesoramiento previsional y habilitando carreras más largas para aquellos que desean trabajar más tiempo, a través de oportunidades de empleo más flexibles. Incorporar políticas multigeneracionales y planes de jubilación flexibles no sólo será beneficioso sino esencial en el futuro.
El gran reto será convencer a las empresas de que recuperar el talento senior es una ventaja competitiva. Que las personas mayores de 45 años están casi en la segunda mitad de su vida profesional y que además cuentan con valores que les hacen altamente competitivos como la experiencia, la madurez o el control emocional.