En tiempos donde el consumo de series y películas por streaming está en su punto más alto, la pandemia por Coronavirus nos sumergió a todos en una película de ciencia ficción, o en el peor de los casos, de terror, dependiendo qué emoción nos invada en cada momento.
O para estar más a tono con la época, la pandemia nos convirtió a todos en protagonistas de una serie, cuya cantidad de temporadas aún no fue revelada. Es que aún se desconoce cuándo y cómo será el final.
La línea argumental: el miedo al contagio, a enfermar y en el peor de los casos, a morir. Protagonistas principales: el virus y la humanidad. Coprotagonistas: la vulnerabilidad y la incertidumbre, con sus aliadas necesarias, la ansiedad y la angustia. El escenario principal: nuestro hogar.
¿Cuándo comenzó el rodaje? Cuando se nos impuso el aislamiento social, preventivo y obligatorio, pasando a estar confinados en nuestras casas, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
¿Qué se espera de nosotros, como improvisados y repentinos protagonistas de esta historia? Que asumamos distintos roles, que interpretemos diferentes papeles. Que actuemos en modo multitasking.
Pensemos ahora cómo puede desarrollarse un día típico de rodaje, en un hogar, en el cual habita una familia tipo.
(Aclaración importante: en el caso de que ambos o uno de los progenitores cuente con trabajo y los chicos estén escolarizados, la oficina y la escuela se han trasladado a sus hogares, obligándolos, por tanto, a habitar el espacio virtual).
Antes que el rodaje comience, se hace necesario armar el set. Entra en escena, nuestro primer protagonista, debutando en diferentes roles. Como escenógrafo, al tratar de encontrar un espacio para poder realizar las tareas laborales o escolares y acondicionándolo para tal fin; como utilero, al analizar si cuenta con todas las herramientas y elementos necesarios, y de no hacerlo, conseguirlos; y como técnico, al tener que comprobar la calidad de la red y de las distintas conexiones.
Una vez todo instalado y verificado, arranca el rodaje.
Si dicha familia cuenta con una mascota, probablemente, el primer progenitor en levantarse será quien la saque para que haga sus necesidades.
Después, chequeará que los chicos se hayan levantado, medianamente aseado y que estén sentados frente a sus dispositivos digitales. Verificará -muy importante- que el otro progenitor también esté despierto y de ser necesario, conectado, mientras intentará, de paso, responder algún mail o mensaje de trabajo.
Una vez que todo esté medianamente acomodado y cada uno conectado, será momento de salir y comprar nuevas provisiones. Oportunidad única para, de paso, chequear las redes sociales, el correo o realizar algún llamado. Y por qué no, revisar la cuenta bancaria, pagar algún servicio o realizar alguna transferencia.
De vuelta en casa, será imprescindible asegurarse que el virus no entre al set. La persona en cuestión tendrá que sacarse los zapatos, la ropa, cambiarse, lavarse con ímpetu las manos, desinfectar cada objeto o alimento que ingresó al hogar, etc. Elemento estrella de este procedimiento: la lavandina. Y peleando por el primer puesto de prevención, el barbijo y el alcohol en gel.
Más de una vez al día, tendrá que ocuparse que los alimentos se conviertan en un plato de comida, comer, luego hacer que la vajilla vuelva al estado anterior a ser utilizada, y sin pausas ni cortes, disponerse a cumplir con alguna reunión de trabajo, mientras supervisa que los chicos hagan sus tareas y de ser necesario, los asiste con las mismas. Todo esto, intentando sostener, contener, alentar y calmar.
Contemplando los altos niveles de stress que todo esto acarrea, hagamos una pausa en el rodaje y reflexionemos acerca de este modo de funcionamiento, aparentemente, tan necesario en estos tiempos, y por esta razón, sobrevaluado.
Actuar en modo multitasking genera que nuestra productividad y eficiencia se vean afectadas, disminuidas. Los resultados pueden no ser los esperados o deseados. Por lo cual, es recomendable, reducir los niveles de exigencia. No son tiempos de pretender convertirse en actriz o en actor revelación, ni esperar que nuestros allegados también lo sean. Ya bastante esfuerzo conlleva tener que ser involuntarios protagonistas de este rodaje. Ejercitemos la tolerancia, la paciencia y la comprensión, con uno mismo y con los otros.
Por otro lado, y poniendo en “OFF” este modo de funcionamiento, generemos momentos de encuentro, aunque sólo puedan ser virtuales, dejando fuera las obligaciones laborales, escolares o domésticas. Hablemos con los otros de cómo nos sentimos, compartamos nuestros pensamientos. Así aliviaremos nuestra carga.
Encontremos un momento para la recreación, para conectarnos con aquello que nos da placer, que nos vitalice y nos renueve la energía. Solos, o con los otros. Y, por último, cuando el día llegue a su fin, será el momento de desconectar y descansar.
Terminada esta pausa… el rodaje y esta historia, continúan.
Lic. María Fernanda González
Momento Cero