La entrada en la adolescencia coincide con un notable cambio físico y cambios en la conducta, de los niños. Se muestran más irritables con los padres y los hermanos, están más críticos e intentan cambiar las normas y reglas de la convivencia. Cobra más importancia los vínculos con sus pares.
De a poco comienza un período de introspección por lo que se aíslan encerrándose horas en su cuarto y a veces en el baño. La introspección produce angustia, e inseguridad. Ya no quiere hacer lo que mamá y papá dicen quiere hacer lo que él cree o siente, pero no está aún muy seguro de que és.
Al principio adquiere seguridad respecto del afuera de la mano de un amigo del mismo sexo, “el mejor amigo”. Con él van a todos lados, comparten secretos y sus sentimientos. Conversan horas y horas, es común observar a las niñas hablar por teléfono o mensajeándose a pesar que recién acaban de verse.
Todo adquiere un tono melodramático. Percibe los acontecimientos con carácter de inmediato, no posee perspectiva a largo plazo por lo que los conflictos o dificultades son cuestión de vida o muerte.
La adolescencia es sinónimo de separación y autonomía. El adolescente lucha por su independencia, por tener criterio propio. Intenta descubrir su identidad, saber cómo es, en qué es fuerte y en que más débil….
A los padres la comunicación fluída con los hijos nos da seguridad, nos permite saber por donde van, que piensan, cuáles son sus amigos cómo se relacionan. Pero comunicarse con un adolescente es una tarea muy difícil, a veces casi una proeza. La vida cotidiana transcurre entre discusiones , desacuerdos y peleas todo es objeto de litigio.
Cómo hacer? Hay que aprender a escuchar.
Sepamos que un adolescente no quiere que le hablen quiere que lo escuchen. Para ellos todo está cambiando e intentan establecer una nueva forma de vida por lo que se equivocan cometen errores. Los papás queremos mitigar e incluso evitarles el golpe, el fracaso entonces damos consejos, hacemos largos monólogos explicando, prohibimos, juzgamos. Pero un adolescente quiere que lo escuchen, necesita que lo escuchen. Cuando uno escucha tiene en cuenta al otro, lo hace sentir importante, le muestra que es digno de respeto y consideración.
Permitirle expresar sus opiniones. En general no tenemos en cuenta sus opiniones por considerarlas infantiles o inadecuadas. Sin embargo el joven necesita un lugar seguro para exponer sus nuevas ideas. En el camino a la adultez él desea y necesita opinar, ensayar como expresar sus ideas. Opinando en casa se entrena ensaya, aprende. Es bueno dialogar con ellos sobre la justicia, drogas, valores, diferentes sucesos. Así conoceremos como piensan y podemos influir en su futuro. Escuchar las opiniones aunque no estemos de acuerdo.
Frente a las normas. Los padres no tienen que doblegarse y ceder ante los límites. Si el argumento es razonable, válido y planteado de manera serena, los padres podemos considerarlo y dialolar. Si en cambio vemos que insiste en forma caprichosa escuchamos hasta cierto punto y luego damos por terminada la discusión.
Saber escuchar no es emitir opiniones, dar consejos hacer preguntas todo el tiempo. Escuchar significa dejar todo para prestar atención
Emplear oídos y ojos.
Hacernos eco de sus sentimientos y emociones,