¿Querés ser líder? ¿Ya lo sos?¿Pensaste cómo? ¿Qué tipo de liderazgo te gustaría ejercer en el contexto laboral actual?

Convertirse en líder, ya sea por elección propia o por designación, implica mucho más que ocupar un cargo. Requiere profesionalismo, experiencia, inteligencia emocional y recursos para enfrentar la adversidad. Porque siempre, algo ocurre.

En los últimos años, y especialmente durante la pandemia, el rol del líder fue cuestionado, incluso bastardeado. Cambiaron las exigencias, los objetivos, la disponibilidad y los equipos. Y en medio de esa transformación, muchas funciones del liderazgo tradicional se diluyeron. Al menos, eso expresan quienes observan, admiran y esperan algo de su líder.

¿Perdió consistencia el liderazgo en su capacidad de sostener a la organización?

Para el equipo, un líder es mucho más que un gestor: es guía, maestro, compañero. Para algunos, incluso una figura paterna. Alguien que deja huella. Por eso, antes de ejercer el liderazgo, preguntate: ¿estás realmente preparado?

El liderazgo tradicional está en crisis

La escala e intensidad de los desafíos actuales han expuesto las fallas de los modelos tradicionales de liderazgo. Estudios recientes demuestran que un enfoque más inclusivo, equilibrado e integrado no solo mejora los resultados: también salva vidas.

Los modelos de liderazgo emocional e integrado son más eficaces para enfrentar retos complejos. Porque muchas veces, no era estrés, era el ambiente.

Culpamos al trabajador por sentirse cansado, desmotivado o ansioso, cuando en realidad el malestar nace del entorno. Hay oficinas sin gritos, pero que igual generan miedo. Reuniones sin insultos, pero con una presión que aplasta el alma. Empresas que parecen saludables desde afuera, pero por dentro cocinan tormentas de ansiedad, competencia tóxica, microagresiones, tareas sin sentido y culpas ajenas.

No todos los que están estresados son débiles. Muchos son víctimas de culturas laborales que:

•         Matan la creatividad

•         Silencian la voz del equipo

•         Anulan el descanso

•         Niegan el derecho a desconectarse

•         Alimentan el miedo al error

Un entorno tóxico no necesita un jefe abusivo para destruirte. Basta con una cultura de silencio, desconfianza, correos urgentes fuera de horario, metas sin propósito y reuniones que se sienten como interrogatorios.

Lo peor del estrés laboral no es el agotamiento físico, sino el desgaste emocional de fingir todos los días que estás bien, que no te afecta, que podés más, cuando por dentro te estás apagando.

Una oficina sana se siente, se respira, te impulsa. Una oficina tóxica también se siente, pero te pesa, te drena y te enferma.

Antes de decirle a alguien que “no aguanta nada”, preguntate si el problema es la persona o el sistema que la obliga a sobrevivir.

Liderar en automático no es liderar.

Muchos dejamos atrás el rol de jefe para convertirnos en líderes, pero ¿lo estamos haciendo desde la consciencia?

Reaccionar, correr, apagar incendios es alejarse del presente. Leer el artículo de Verónica Dobronich me hizo detenerme en algo clave:

❔ ¿Cuánto espacio nos damos para conectar con lo que realmente sentimos?

❔ ¿Nos damos tiempo para identificar de dónde viene ese sentimiento?

A veces vivimos desde la mente como si fuera la única vía válida. Pero la mente, por sí sola, no alcanza. La mente gestiona, sí, pero necesitamos atención para no perdernos en ella. Es el presente el que nos da claridad.

Liderazgo emocional: el nuevo paradigma

Liderar con inteligencia emocional implica:

Autoconciencia: saber qué se siente, por qué y cómo impacta

Autorregulación: elegir cómo responder ante la tensión o el malestar

Conciencia social: percibir emociones en otros sin juicio

Gestión de relaciones: escuchar desde el corazón y actuar desde la presencia

Liderar es una elección y empieza con el YO SOY en el hoy. Desde ahí, podemos liderar con consciencia, empatía y autenticidad.