Carola deambulaba desde su escritorio al baño para llorar sin que nadie la vea. No se podía concentrar, miraba la computadora, los papeles sin poder realizar nada. Su cabeza solo pensaba en su hija de 8 años que había muerto de un cáncer hacía 2 meses. Su jefa la notaba mal, intentaban hablar consolarla, pero no lo lograban. No sabían bien como ayudarla y contenerla. Fue entonces cuando el departamento de RRHH se contactó con Momento Cero para ver la posibilidad de brindarle a Carola un Handing Emocional.
Carola entró al consultorio con cierta desconfianza. Con el pasar de los encuentros me confesó que vino en principio para no negarse con María (RRHH), pero que no confiaba en que hubiera algo que yo dijera que la iba a calmar. Lo que la sorprendió fue que mis primeras palabras fueron “yo no voy a poder quitarte ese dolor, sólo te ofrezco un espacio para acompañarte y que puedas expresar todo lo que sentís».
La muerte de un hijo es el dolor más profundo que puede experimentar una persona de cualquier clase social, de cualquier cultura. Es un suceso para el cual no estamos preparados. Los momentos posteriores a la pérdida de un hijo los padres sienten que han perdido una parte de su vida, que con su muerte todo el mundo se ha resquebrajado, que sus sueños se han roto.
Sólo 12 encuentros necesitó Carola para recuperar su conexión con sus vínculos familiares, el trabajo, sus otros hijos, sus amigos. Ella comprendió que nadie le sacará ese profundo dolor que implica la muerte de un hijo pero a través del esos encuentros logró sentirse acompañada, procesar todos los sentimientos de dolor, odio, frustración, desesperanza, etc. Aprendió a aceptar ayuda y al final la vimos sonreír.
Momento Cero
Handing Emocional